P. Venancio Figueroa

LEMA: “Si la felicidad y el Reino quieres alcanzar las Bienaventuranzas
debes practicar”
CANTO:
ORACIÓN
“Dios nuestro, que en tu misteriosa Providencia has querido asociar tu Iglesia a los sufrimientos de tu Hijo, concede a los fieles que sufren persecución a causa de tu Nombre, el don de la paciencia y de la caridad, para que puedan dar testimonio fiel y creíble de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén”.
(Oración por los cristianos perseguidos, tomada del Misal Romano.)
HECHO DE VIDA
EL APÓSTOL DE LA PAZ
SU VIDA Y OBRA
Monseñor Isaías Duarte Cancino nació en San Gil, Santander, el 15 de Febrero de 1939 y dedicó el resto de su vida al servicio de la comunidad mediante la pastoral social. Cursó sus estudios de secundaria en un instituto del Estado en la ciudad de Bucaramanga y luego decidió estudiar Filosofía en el Seminario de Pamplona, para posteriormente viajar a Roma y recibir su licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Fue ordenado como sacerdote el 1° de diciembre de 1963, e inició inmediatamente sus trabajos en la Diócesis de Bucaramanga. Como sacerdote, desempeñó varios cargos importantes en su Diócesis. El 10 de Abril de 1985 fue nombrado obispo titular de Germania de Numidia y Auxiliar de Bucaramanga y fue consagrado el 17 de junio siguiente. El 18 de Junio de 1988 fue nombrado como primer obispo de la recién erecta Diócesis de Apartadó, en el Urabá Antioqueño.
El 19 de Agosto de 1995 su Santidad, el Papa Juan Pablo II, lo nombró Arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, en reemplazo del Excelentísimo Señor Pedro Rubiano Sáenz, y desde ese momento trabajó con ahínco en la construcción de una mejor región mediante programas educación y empleo para las familias más humildes.
Durante su pastoral en Cali llevó a cabo la construcción de más de 38 parroquias, especialmente en las áreas más alejadas de la cabecera municipal y las más pobres de la región. Tras el secuestro realizado en la Iglesia de la María, en donde el ELN plagió a más de 100 feligreses, Monseñor Duarte adquirió reconocimiento tanto nacional como internacional por las jornadas de resistencia civil contra el secuestro, en la cuales se popularizo su frase “ los queremos: ¡vivos, libres y en paz!”.
ASESINADO POR CAUSA DE LA JUSTICIA
Uno de los casos que más escandalizó y conmovió al país fue el de Monseñor Isaías Duarte Cancino, por la crueldad, el terror y la inverosimilitud de los hechos. El hecho ocurrió el 16 de marzo del 2002 en la iglesia “Buen Pastor” del barrio Ricardo Belacázar. Después de presidir una ceremonia en la que contrajeron matrimonio más de 100 parejas, Monseñor fue asesinado por múltiples disparos a la salida de la iglesia por dos sicarios en motocicleta perteneciente a la narco guerrilla de las FARC.
Monseñor Duarte Cancino fue asesinado por denunciar abiertamente todas las acciones violentas cometidas por los grupos al margen de la ley en Colombia. Tras el secuestro colectivo perpetrado por la guerrilla del ELN en la parroquia de “La María “en 1999, Monseñor Duarte se declaró opositor de las guerrillas y de todas las prácticas de secuestro llevadas a cabo por éstas. Además, fue reconocido en el país por su incesante lucha contra el narcotráfico y la corrupción, pero ante todo, por su trabajo para lograr la paz en el país, y especialmente en el Valle del Cauca.
DIÁLOGO COMUNITARIO
1) ¿Cómo era la vida de Mons. Isaías Duarte Cancino?
2) ¿Cuál fue la causa del asesinato de Monseñor Isaías Duarte?
3) ¿En tu sector hay críticas, conflictos o persecución contra: los catequistas, grupos sectoriales, coordinadores de grupos de familias etc., ¿Qué casos se conocen?
ILUMINACIÓN BÍBLICA: Mt 5,10-12
Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece. Felices ustedes cuando los injurien y los persigan y los calumnien [falsamente] de todo por mi causa. Alégrense y pónganse contentos porque el premio que les espera en el cielo es abundante. De ese mismo modo persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Los que se mantienen fieles al proyecto de Dios no pueden evitar ser perseguidos por aquellos a quienes les interesa que todo siga igual, que nada cambie. Frente a Jesús, que desea instaurar un nuevo sistema de convivencia humana, basado en la justicia y la fraternidad, se sitúan los “poderes de este mundo” (Mt 4,9), dispuestos a comprar voluntades, ofreciendo cuanto haya que ofrecer para mantener las cosas como están. La oposición es manifiesta, y su consecuencia inevitable, el enfrentamiento y la persecución.
Con dos obispos, 36 sacerdotes, dos misioneros y dos religiosas asesinados desde 1984, Colombia bien puede considerarse una tierra abonada por mártires. El compromiso social y evangélico que actualmente desempeñan los hombres y mujeres de la Iglesia colombiana les ha convertido en blanco de las amenazas de la guerrilla, los grupos paramilitares y los políticos corruptos, que no se lo piensan dos veces a la hora de eliminar a todo aquél que se atraviesa en sus planes y perjudica sus intereses.
En la Biblia hay muchos casos de perseguidos por causa de la justicia o por fidelidad a la causa de Dios. Cuando los profetas denuncian las injusticias de los grandes y poderosos, entonces son amenazados, perseguidos y asesinados. A Jeremías le advirtieron: “No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir” (Jer 12, 26). Juan, el bautista sufrió la cárcel y el martirio por denunciar los pecados de Herodes.
Jesús sostuvo relaciones conflictivas con los grupos de poder: Los saduceos, los fariseos, los sumos sacerdotes, los ricos y Herodes. Denunció su falsedad, hipocresía, y opresión al pueblo. Por eso, sufrió la persecución hasta ser condenado a morir en la cruz. La misma suerte corrieron los discípulos y muchos de los primeros cristianos. La iglesia de los primeros cuatro siglos sufrió once grandes persecuciones, con la historia de un martirologio muy abultado.
En América Latina, los mártires por causa de la lucha por la justicia son muchos. Basta recordar a Mons. Oscar Romero, a Mons. Isaías Duarte Cancino, a Mons. Jesús Emilio Jaramillo, al P. Álvaro Ullcué Chocué, al P. Alcides Jiménez en el Putumayo, a la Hermana Yolanda Cerón en Tumaco y a tantos otros.
Anunciar el Evangelio es muchas veces ocasión de persecución y de malos tratos. La sangre de los mártires siempre ha sido semilla de cristianos (Tertuliano). Es necesario dar la vida, gota a gota y paso a paso, con la certeza de que Dios nos fortalece y nos acompaña en la lucha por hacer el bien.
Luchar por la causa de Jesús y por la instauración de su Reino genera una gran alegría, porque es luchar por un mundo mejor. Dar la vida con amor produce una alegría grande y duradera. Para vivir esta Bienaventuranza, es necesario tener una profunda experiencia de Dios, sabiendo que el grano de trigo cuando muere produce mucho fruto (Jn 12, 24). Dios quiere que seamos felices quitando las espinas y enjugando las lágrimas de los demás, exponiendo nuestra propia vida.
COMPROMISO
No ser indiferentes ante las injusticias, hacer algo para que las cosas cambien. |