P. Edward Chasoy

LEMA: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestro pueblo en ÉL tenga vida.”
CANTO: María de Nazareth
OREMOS CON MARÍA
Madre, tú has sabido escuchar la palabra de Dios con humildad, con el oído atento para captar qué es lo que Él quería de ti en cada momento. Por eso eres, con razón, Maestra de Oración. Ayúdanos a tener más intimidad con tu hijo Jesús, que también sepamos escuchar lo que Él nos pide, que siempre tengamos cada día un tiempo reservado para ponderar sus palabras en nuestro corazón.
Además, Madre, eres modelo de entrega, porque has sabido poner en práctica la palabra de Dios hasta las últimas consecuencias. Enséñanos a entregarnos de verdad a Dios sin hacer cosas raras ni aparatosas. Ayúdanos a encontrar la santidad en los pequeños detalles de cada día, en el trabajo bien hecho y ofrecido, en los detalles de servicio escondido y silencioso, en el deseo sincero de hacer el bien. Madre, a ti no te fueron ahorrados ni el dolor, ni el cansancio en el trabajo, ni el claroscuro de la fe. Amén.
HECHO DE VIDA:
La Tragedia de Armero fue un desastre natural producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el 13 de noviembre de 1985 en el departamento del Tolima, Colombia. Tras 69 años de inactividad, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985, dos meses antes a la catástrofe.
Alrededor del mundo se publicaron tomas de vídeo y fotografías de Omayra Sánchez, una adolescente víctima de la tragedia, que estuvo atrapada tres días hasta que finalmente falleció. Otras fotografías del impacto del desastre llamaron la atención de la opinión pública e iniciaron una controversia sobre el grado de responsabilidad del Gobierno colombiano en la catástrofe.
El 13 de noviembre de 1985, a las 11:30 de la noche, una avalancha del río Lagunilla, ocasionada por la erupción del volcán Arenas del nevado del Ruiz, borró del mapa a Armero, la más importante ciudad del norte del Tolima, que dejó un saldo de veintiséis mil (26.000) muertos, veinte mil seiscientos once (20.611) damnificados y heridos, muchos de ellos mutilados y gravemente afectados, e incalculables pérdidas económicas (4.400 viviendas, 19 puentes, $1.400 millones del comercio). Era la tragedia de mayor magnitud en la historia de Colombia.
Hasta que el 13 de noviembre de 1985, después de insistentes pero desoídas alertas del entonces alcalde, algún congresista comprometido con la región y científicos de distintas áreas, llegó el rugido en lo alto de la montaña. La masa incandescente que salía de su cráter convirtió el glaciar en 100 millones de metros cúbicos de lodo que a velocidad descendió por el río Lagunilla, desbordó su cauce y ahogó al municipio.
La tragedia pudo haberse evitado. Desde octubre de 1984 existía la advertencia de una eventual erupción; en diciembre de 1984 se presentaron fumarolas, clara evidencia de lo que se gestaba. Entre febrero y octubre de 1985, técnicos de ingeominas acompañados por geólogos norteamericanos trabajaron en la zona y elaboraron un mapa preliminar de riesgo volcánico. El 24 de septiembre de 1985 el representante de Caldas, Hernando Arango Monedero, adelantó un debate en la Cámara a cuatro ministros sobre el peligro; muchos no le creyeron y fue considerado como un sensacionalista; fue una tragedia anunciada.
El gobierno se vio obligado a declarar la emergencia económica y contó con la ayuda de agencias internacionales y la solidaridad nacional e internacional. Pero los programas de reubicación nunca tuvieron el cubrimiento ni la efectividad esperada, teniendo en cuenta las millonarias donaciones y partidas presupuestales de las que se habló. Armero, declarado Campo Santo, fue visitado por el papa Juan Pablo II en 1986, y durante un tiempo se convirtió en lugar de romería y saqueo.
DIÁLOGO COMUNITARIO
- Interpretar los signos que anunciaban esta tragedia, hubiera evitado tantas muertes, ¿Cuáles signos? ¿Cuál fue el error?
- ¿Que significa: escuchar y actuar con prontitud?
- ¿Cuáles son los signos de los tiempos por los cuales Dios nos habla hoy?. ¿Qué debemos hacer?
- El Evangelio de Cristo nos invita a estar vigilantes, ¿Qué es necesario?
- ¿Por qué debemos escuchar y poner en práctica la palabra de Dios?
ILUMINACIÓN BÍBLICA: Lucas 11, 27-28.
«Sucedió que mientras Jesús estaba diciendo esto, una mujer de en medio de la multitud, alzando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él replicó: «Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan». (Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús).
REFLEXIÓN:
A esta exclamación Jesús respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”. Esta respuesta de Jesús no menosprecia a su Madre, al contrario, la ensalza y la enaltece. En efecto, Jesús manifiesta que de nada le hubiese servido sin una madre buena, fiel, pura y amorosa como fue María. Escuchada esta respuesta de Jesús con el alma limpia, hace comprender fácilmente que es una gran demostración de amor y cariño por su madre. Además, si Jesús, que nació de María, no la hubiese beneficiado con las virtudes de su alma, con mucha más razón puede decirse que no nos valdrá el tener un padre o un hermano o un hijo virtuoso, si nosotros carecemos de su virtud. «Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica». Era el elogio de su Madre, de su Fiat, del hágase sincero, entregado, cumplido hasta las últimas consecuencias, que no se manifestó en acciones aparatosas, sino en el sacrificio escondido y silencioso de cada jornada.
La causa de la grandeza de María no estaba en el hecho de que era la Madre de Jesús, de haberlo llevado en su seno nueve meses y haberlo alimentado con sus pechos. Eso era la consecuencia. La causa estaba en el hecho de que ella escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica. Porque fue obediente a la Palabra de Dios, ella dijo al ángel: “hágase en mí según tu palabra”. Y en ese momento ella comenzó a ser la Madre de Dios. Y todavía conviene recordar que Jesús no dijo: “Dichosos lo que leen la Biblia y la ponen en práctica”. Sino que dijo: “Felices los que oyen la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. La Palabra de Dios no está solamente en la Biblia. Ella se revela tanto en la Biblia como en la vida. La meditación de la palabra escrita purifica los ojos y hace descubrir la palabra viva de Dios en la vida.
“Hágase en mí según tu palabra”. La palabra de Dios siempre es fecunda, pero nosotros debemos preparar la tierra para que germine y dé fruto. Por eso María “guardaba todas esas cosas meditándolas en su corazón”. Para llevar a la práctica la palabra hemos de escucharla en el corazón, sentir como la Palabra quiere que vivamos. La práctica es la manifestación lógica de lo que hemos acogido y de lo que sentimos. No se trata de la práctica que responde a una orden que ejecutamos simplemente porque es una orden. No; hacemos nuestra esa Palabra, aceptamos con alegría la Palabra y no podemos menos que llevarla a la práctica. “Dichosos quienes la escuchan y la cumplen”. Es una cuestión de felicidad, no de puro deber.
La misma Madre de Dios es bienaventurada ciertamente porque fue el instrumento temporal de la encarnación del Verbo; pero también lo fue por haber sido amorosa y constante observadora leal de la Palabra, porque María, la esclava del Señor, prestó oído atento a la Palabra del Señor y ordeno toda su vida con forme a la Palabra. “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”. Con esta sentencia Jesús, hiere a los sabios judíos, que no solamente se negaban a oír y a guardar la Palabra de Dios, sino que también buscaban ocasión para negarle.
Con la oración y en la contemplación, la Palabra de Dios la percibe el corazón. En la contemplación y en el recogimiento la Palabra de Dios, llega íntimamente a lo más recóndito de nuestro ser. Oída con devoción, la Palabra de Dios es respuesta a todas nuestras necesidades. Atendida con misticismo y religiosidad la Palabra de Dios nos llega plenamente al interior de nuestro corazón. La Palabra de Dios, conforta, alienta, nos entusiasma, nos calma nuestros arrebatos, alivia nuestros pesares, nos da fuerza y valor, vence nuestros miedos, aclara nuestros temores, nos alumbra en la oscuridad, vence los engaños, derrota las falsedades. La Palabra de Dios, es la palabra de amor, que nos hará feliz escucharla y del mismo modo practicarla. Jesús nos dice con mucha claridad que si la oímos, la guardamos, si la conocemos y la vivimos, su Palabra nos traerá paz, salvación y vida eterna.
COMPROMISO: Adquirir y leer la Biblia
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