ENERO: BIENAVENTURADOS LOS QUE SUFREN PORQUE ELLOS SERÁN CONSOLADOS
 P. Manuel Chamorro

LEMA: “El dolor y la enfermedad se alivian con amor y solidaridad”

CANTO: “Danos un corazón”

ORACIÓN

Ven Señor en auxilio de tu pueblo, y concede tu ayuda a quienes te suplicamos, para que puedan alegrarse de tu amor providente, quienes confían en ti en medio de sus sufrimientos. Señor extiende sobre ellos tu mano poderosa para que te busquen de todo corazón y alcancen el gozo de sentir en su cruz de cada día la Bienaventuranza de compartir con tu hijo Jesucristo la salvación del mundo entero. Amén.

HECHO DE VIDA

Estamos en el año 1980. En la República del Salvador los campesinos eran asesinados, el pueblo sufría hambre, enfermedades, persecución y toda clase de injusticias. A quien se atrevía a denunciar los crímenes se lo amenazaba o aparecía muerto, sacerdotes, religiosos o laicos que alzaban su voz profética eran torturados. Los templos se llenaban como nunca de miles de hombres y mujeres que cantaban alabanzas al Señor y que le pedían valor para seguir en la lucha por la paz de la Patria, se tomaban de las manos, entonaban el Padre Nuestro, lloraban juntos, sufrían juntos, y una alegría, no de este mundo, invadía los corazones de todos, de allí salían reconfortados, resueltos a dar la vida por la paz, la justicia y la libertad. Unos años antes había sido nombrado obispo de San Salvador Monseñor Oscar Romero. Este valiente obispo, como Cristo, hizo una opción preferencial por los que sufrían en su Diócesis y en la nación entera. Escribió al Presidente de los Estados Unidos pidiéndole que retire las tropas gringas, porque no hacían otra cosa que asesinar campesinos indefensos, en sus homilías fustigó la dictadura asesina de su país, con nombres propios denunció a los autores de las masacres.

El pueblo lo tenía como su gran defensor, los que sufrían encontraban en él su paño de lágrimas, todos acudían a Monseñor Romero. para escucharlo, para recibir consuelo, para orar juntos, para llorar juntos, para gozar juntos de la Bienaventuranza de sufrir por Cristo, por la Iglesia, por la Patria y por la Libertad. Llegó la Semana Santa. Monseñor Romero celebró el domingo de Ramos, Su homilía fue precisamente sobre el sufrimiento de Cristo y el sufrimiento de los pobres, leyó la carta que le había enviado al Presidente Norteamericano. El lunes Santo estaba celebrando la Santa Misa con la Catedral colmada de fieles, entró un sicario, descargó su ametralladora en la humanidad del Obispo, su sangre junto a la de Cristo, llegó hasta el cielo pidiendo misericordia para los que sufren y perdón para los asesinos.

DIÁLOGO COMUNITARIO

En la cartelera que tenemos preparada, los que quieran vayan escribiendo los sufrimientos del pueblo colombiano, y si alguien sabe el nombre de asesinados, secuestrados, amenazados o que sufren cualquier otra clase de injusticias, por favor, escríbalo.

¿Qué podemos hacer por los que sufren?

¿Qué les parece las actitudes de Monseñor Romero?

¿Qué nos enseña Monseñor Romero con su palabra y con su ejemplo?

ILUMINACIÓN BÍBLICA

Leamos el Evangelio según San Mateo 5,1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron, y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos será saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos será llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados serán cuando los injurien y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra Ustedes, por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a Ustedes.

Palabra del Señor - Gloria a ti Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Este año 2011, cada mes, estudiaremos una Bienaventuranza, para entenderla mejor y tratar de vivirla personal y comunitariamente. Este primer mes del año nos ha correspondido la segunda: “felices los que sufren, porque ellos serán consolados”. El sufrimiento en sí mismo nunca nos hace felices, el sufrimiento trae gozo únicamente cuando hay un consolador, y el consuelo que nos trae es eficaz para nuestro sufrimiento. Sufrir por sufrir o gozar con el sufrimiento es una enfermedad moral. No se trata de eso. La Bienaventuranza nos dice que hemos de buscar el consuelo cuando nos llegue el sufrimiento y que hemos de dar consuelo cuando sufran los demás. El primer gran consolador de los que sufren es Cristo, su Santo Espíritu. Cuando nos llegue el sufrimiento lo primero que debemos hacer es acudir al gran consolador, El tiene el secreto para hacernos entender que el sufrimiento aceptado y unido al de Cristo, tiene un valor incomparable para nuestra propia salvación y para la salvación de los demás, encontrando en ello, gran consuelo y alegría. Además, el sufrimiento que nos trae gozo es el que nos trae consuelo por parte de nuestros hermanos. No hay mayor consuelo que la solidaridad de nuestros seres queridos, de nuestros amigos, de nuestros vecinos, de nuestros compañeros, del grupo de familia, cuando nos llega el sufrimiento. El Señor nos llama en esta Bienaventuranza a buscar en Él, nuestro consuelo cuando nos llegue el sufrimiento y a aceptar también el consuelo de los demás. Por otra parte, a ser solidarios, y a consolar siempre cuando los demás sufren.

COMPROMISO

Orar por los que sufren, visitar a los que sufren, ser solidarios con los que sufren, Hacer todo lo posible para no causar sufrimiento a nadie, en la medida de lo posible colaborar para que el sufrimiento desaparezca lo más pronto de las personas que sufren.

 

 
SUGERENCIA: Adquiera la Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica y el Documento de Aparecida.

DIOCESIS DE IPIALES
 
VIVAMOS ESTE GRAN
ACONTESIMIENTO
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Credo Nicenoconstantinopolitano
 
Creo en un solo DIOS, PADRE
todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor,
JESUCRISTO,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos
los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación, bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el ESPÍRITU SANTO,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo,
recibe una misma adoración y
gloria,
y que habló por los profetas.

Creo la iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.
 
 
 
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